Esta intervención experimental examina la satisfacción corporal de las personas mayores. El objetivo es comparar una intervención específica con otro programa general y determinar cuál es más eficaz para mejorar la satisfacción corporal en personas mayores de cincuenta años.
Para la mayoría de las personas, la satisfacción corporal es crucial para desarrollar tanto un autoconcepto positivo como una autoestima, y por lo tanto, puede influir en la salud mental y el bienestar. Esta idea se ha probado con personas más jóvenes, pero ningún estudio explora si las intervenciones de imagen corporal son útiles cuando las personas envejecen. Esta investigación valida un programa específico diseñado para personas mayores (IMAGINA Specific Body Image Program). Esto se hace mediante el empleo de un diseño experimental mixto, con comparaciones entre sujetos y dentro del sujeto que se centran en la satisfacción corporal antes y después del tratamiento experimental, comparando dos grupos. El uso de esta metodología experimental permite identificar el efecto de la intervención en un grupo de 176 personas. La puntuación obtenida con el Body Shape Questionnaire (BSQ) fue la variable dependiente, y el programa IMAGINA fue la independiente. En cuanto a la edad, el género, el estado civil, la temporada y el entorno de residencia, estas fueron variables controladas. Hubo diferencias significativas en la satisfacción corporal entre los dos programas, obteniendo mejores resultados con IMAGINA. Las variables controladas tuvieron un efecto mucho menos significativo que el tratamiento. Por lo tanto, es posible mejorar la satisfacción corporal en adultos mayores a través de intervenciones similares a la que aquí se presenta.
En las sociedades occidentales, verse bien, saludable y joven es muy importante para sentirse bien, encajar, interactuar con los demás y tener éxito, convirtiéndose en un elemento central del autoconcepto y la autoestima. La satisfacción de una persona con su cuerpo depende de la percepción personal, específicamente, de cómo se siente, percibe, imagina y reacciona a la apariencia física y al funcionamiento del cuerpo1,2. Siguiendo esta definición, es posible identificar dos dimensiones cualitativamente diferentes dentro de este constructo. Por un lado, está la dimensión perceptiva, que depende de evaluar el tamaño, la forma y las proporciones del propio cuerpo; por otro lado, está el dominio cognitivo-emocional (es decir, la “satisfacción corporal”3), que es el tema de esta investigación.
Esencialmente, la satisfacción corporal es el grado de aceptación de una persona de su apariencia física4, lo cual es malo si esta evaluación afecta negativamente a la confianza en sí mismo de manera negativa y positiva cuando aumenta la confianza personal en la interacción con los demás5,6. Tradicionalmente, se ha considerado que cuando una persona envejece y entra en la última etapa de la vida (tomando la edad de 50 años como punto de corte para la mediana edad), las preocupaciones sobre la imagen corporal disminuyen sustancialmente. En otras palabras, se cree que las distorsiones perceptivas sobre la imagen corporal típicas en la adolescencia y la juventud6,7,8 son raras en las personas mayores9,10. La razón es que el foco de preocupación cambia del peso y la condición física a otros defectos físicos significativos más asociados con la falta de salud y el deterioro físico.
En esta línea, la literatura científica ha demostrado que las principales preocupaciones sobre la apariencia física de las personas mayores se centran en los signos del envejecimiento, como la pérdida de la forma física, las arrugas y el envejecimiento de la piel, la pérdida de cabello y canas, el olor corporal, entre otros11,12. También se ha argumentado que la percepción de estos signos de envejecimiento juega un papel evolutivo y adaptativo, ya que permite a las personas tomar conciencia progresiva del envejecimiento, ayudando así a aceptar la transformación y el deterioro de la apariencia física. Aunque esto puede ser correcto, no es menos cierto que la conciencia del envejecimiento influye negativamente en la satisfacción del cuerpo. No en vano, el fenómeno generalizado de la “crisis de la mediana edad” se refiere a un punto de inflexión en el que la persona comienza a darse cuenta de que está envejeciendo y, en algunos casos, esto viene acompañado de experimentar síntomas depresivos que, si no se abordan adecuadamente, pueden interferir con el bienestar personal y la salud mental11,13.
Se han estudiado las implicaciones psicológicas y emocionales derivadas de la conciencia de la senescencia14. En ese sentido, el deterioro de la apariencia física ha sido considerado el signo más inconfundible que alguien puede experimentar respecto a la llegada de la senescencia15. A esto se suma la sensación de jugar un papel social irrelevante e infravalorado 16. Por lo tanto, la autoidentificación como “persona mayor” está irremediablemente ligada a una aceptación gradual de nuevas limitaciones y circunstancias desfavorables. Así, la persona mayor comienza a experimentar dificultades y problemas emocionales, como ansiedad, estrés o depresión. En breve, la persona puede identificarse con roles sociales negativos mientras acepta mal las limitaciones físicas asociadas con el envejecimiento17,18.
En diferentes grupos de edad, como adolescentes y jóvenes, se sabe que la satisfacción y la imagen corporal pueden mejorar con los programas de intervención1,19. Ejemplos de ello son las conocidas intervenciones de Cash (1997)20 y PICTA (Programa preventivo sobre imagen corporal y trastornos alimentarios) de Maganto, del Río y Roiz (2002)21, así como algunos programas más recientes (Kilpela et al., 2016)22, Halliwell et al. (2016)23, McCabe et al. (2017)24 o Bailey, Gammage y Van Ingen (2019)25 . Sin embargo, ninguno de ellos se dirige a personas maduras y se centra principalmente en las mujeres, a excepción de la intervención desarrollada por Sánchez-Cabrero (2012)26 denominada ‘IMAGINA’ que este estudio pretende validar. Supongamos que una intervención terapéutica sobre la imagen corporal puede contribuir a la autoaceptación y desarrollar un yo positivo en los jóvenes. No hay razón para no aplicarlo e intervenir en personas mayores que enfrentan cambios radicales en sus cuerpos27,28,29.
El diseño experimental es la metodología más efectiva para determinar las relaciones causales y evaluar si una intervención terapéutica produce mejoras. En primer lugar, es necesario aislar el efecto de intervención del resto de variables intervinientes, algo que en las ciencias sociales es muy costoso y complejo ya que los factores que pueden influir son casi innumerables. En segundo lugar, también requiere una comparación pre-post tratamiento, comparaciones entre grupos control y experimentales, la aleatorización de los participantes en las condiciones de control y tratamiento, así como el estudio de las variables intervinientes más relevantes. Así, este experimento sigue dos objetivos principales: (1) analizar la mejora en la satisfacción de la imagen corporal de las personas mayores de 50 años que se inscriben en un programa específico de satisfacción corporal en comparación con el progreso obtenido en un programa general (no específico); (2) examinar la relación entre la satisfacción corporal y las variables intervinientes como la edad, el género, el estado civil, la época del año de participación y la vida en una residencia metropolitana o rural.
Este trabajo experimental apoya las consecuencias positivas de participar en un programa de satisfacción corporal en personas mayores mediante el examen de los valores de satisfacción antes y después de la intervención y la comparación de grupos experimentales y no experimentales. Asimismo, el control de otras variables intervinientes mejora la fiabilidad y validez de los resultados obtenidos.
El paso más crítico del protocolo fue la selección del programa aplicado en el grupo de contr…
The authors have nothing to disclose.
Todos los autores colaboradores desean expresar su agradecimiento a Cruz Roja Española, porque sin su apoyo no podríamos haber realizado esta investigación. Asimismo, agradecemos mucho el feedback y la ayuda de la Comisión de Conducta Científica y Ética de la Universidad Alfonso X el Sabio.
Body Shape Questionnaire (BSQ) | International Journal of Eating Disorders | 1987 | Body Shape Questionnaire (BSQ) developed by Cooper, Taylor, Cooper, and Fairburn (1987), which was adapted and scaled to Spanish participants by Raich et al. (1996). This is a self-report of 34 items following a Likert scale that goes from 1 (never) to 6 (always). The final score ranges from 34 to 204 and scoring above 110 indicates dissatisfaction and discomfort with physical appearance (Cooper et al., 1987). It is a reliable instrument since several studies have reported Cronbach’s α between 0.95 and 0.97. Also, the BSQ has good external validity, i.e., it is convergent with other similar tools, such as the Multidimensional Body Self-Relations Questionnaire, MBSRQ (Cash, 2015) and the body dissatisfaction subscale of the Eating Disorders Inventory, EDI (Garner, Olmstead, and Polivy, 1983). |
IMAGINA: programa de mejora de la autoestima y la imagen corporal para adultos | Sinindice | 2012 | IMAGINA Program was meant to be a therapeutical tool to increase a body image satisfaction of older adults in Spain. It has eight group-sessions of 90-120 minutes duration each, aiming at entertaining and engaging participants. Body image and self-esteem are expected to improve through social participation, communication, body image workshops, and healthy nutrition information. |
Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) | IBM | 24 | Software package used in statistical analysis of data |