El rendimiento cardíaco típico está influenciado por la frecuencia cardíaca, el ritmo cardíaco, la contracción del miocardio y el metabolismo o el flujo sanguíneo. El músculo cardíaco exhibe características electrofisiológicas distintas, incluida la actividad del marcapasos y el control de los canales de calcio, que desempeñan un papel vital en la respuesta del corazón a diversos fármacos. El sistema nervioso autónomo, que comprende las ramas simpática y parasimpática, regula la frecuencia cardíaca. La activación simpática aumenta la frecuencia cardíaca, mientras que la activación parasimpática la reduce.
El volumen sistólico, que afecta el gasto cardíaco, está determinado por los factores de precarga, poscarga y contractilidad del miocardio. La precarga representa el estiramiento inicial de los cardiomiocitos antes de la contracción y está relacionada con la presión de llenado del ventrículo izquierdo y la longitud de las fibras telediastólicas. La poscarga, o la resistencia encontrada durante el bombeo de sangre, está representada por la impedancia aórtica y la resistencia vascular sistémica. La ley de Frank-Starling establece que el volumen sistólico aumenta proporcionalmente al volumen diastólico final, suponiendo que otros factores permanezcan constantes. Esta relación resalta la capacidad del corazón para ajustar su producción de acuerdo con las necesidades del cuerpo. El flujo sanguíneo coronario, vital para proporcionar oxígeno y nutrientes al corazón, está regulado por varios factores fisiológicos. Los factores físicos incluyen la presión arterial, la resistencia vascular y el diámetro de los vasos. El control vascular impulsado por metabolitos implica adenosina, óxido nítrico y endotelina, que modulan la vasodilatación y constricción coronaria. Los mecanismos de control neuronal y humoral involucran neurotransmisores y hormonas, lo que influye aún más en el flujo sanguíneo coronario para mantener la función cardíaca. Por lo tanto, los medicamentos cardiovasculares pueden afectar la función cardíaca mediante la alteración de la electrofisiología, la contracción, el consumo de oxígeno y el flujo sanguíneo coronario o el control autónomo y ayudar a tratar trastornos como la insuficiencia cardíaca.